Historia de la Familia Azcona
La historia de la familia Azcona está íntimamente ligada al cultivo de la vid. A finales del siglo XIX nace Valentín Azcona en las nacientes del Río Ebro en el País Vasco, hijo de Isidro Azcona, un vasco viticultor.
Valentín se emplea como obrero de viña en las cercanías de su cogollo natal. En 1908, ya con 28 años, decide emprender la aventura de su vida que lo lleva a embarcarse hacia América del Sur. Parte del puerto de Bilbao, a bordo del buque Córdoba donde conoce a quien será el amor de su vida: Atanasia Fernández, nacida en Burgos.
Llegan al puerto de Buenos Aires el 30 de enero de 1909. Inmediatamente deciden radicarse en la provincia de Mendoza, donde la vid y la industria del vino les resultaba familiar. Se casaron en esa Mendoza del vino y fruto de su amor llegan a este mundo Obdulio, Juan e Isidro. Para poder establecerse y educar a sus hijos, Valentín monta un almacén con carnicería que le proveyó de los recursos necesarios para que sus hijos contasen con el tiempo necesario para estudiar.
Obdulio obtuvo su título de médico, Juan se recibió de ingeniero civil e Isidro logró ser maestro mayor de obra. El joven Isidro ayudaba a su padre Valentín con el negocio familiar donde conoce a Ofelia Carrión, hija de Francisco, un comisario, y de Felisa, nativa de Tupungato en el valle de Uco. Isidro y Ofelia se casaron en 1943 y tuvieron tres hijos: Luis Alberto, Jorge Carlos y Ricardo Valentín.
El terremoto del año 1944 que golpea a San Juan supuso una oportunidad laboral para los hermanos Juan e Isidro que montaron una constructora y se abocaron con la misma a participar en la reconstrucción de la provincia. Ambos son los autores de gran cantidad de casas de estilo único, que reflejan las formas de construcción del país vasco, del norte de España, de la Francia de los Pirineos y alguna reminiscencia de Suiza. Esos recuerdos que con seguridad Valentín, su padre, debe haber transmitido sobre su Europa natal.
Paralelamente y rescatando la pasión de su padre, dejada de lado para montar el negocio familiar, Juan e Isidro se involucran en la actividad vitivinícola adquiriendo cada uno su propia finca donde implantan viñedos.
Isidro, alias “el Ñato”, rápidamente encuentra en la viticultura la pasión de su vida. Sus días transcurren en un ir y venir de la finca en 9 de Julio, transformándose en una persona muy querida en ese departamento Sanjuanino. Sobran los recuerdos entre los vecinos de ese tipo fornido que detenía su coche rastrojero verde y blanco a la orilla de los canales para cortar espárragos y dejar unos racimos de uva como pago al dueño de casa.
Isidro siguió sin dudas las enseñanzas de su padre Valentín y procuró que sus hijos tuvieran la mejor educación posible. La actividad vitivinícola, como sabemos, tiene sus sinsabores y no fueron pocas las oportunidades donde el Ñato tuvo que recurrir a las libretas de ahorro postal de sus hijos para cambiar las gomas del camión antes de la cosecha, época donde el dinero del año se había acabado.
El malestar de los niños era contenido cariñosa y firmemente por Ofelia, que oficiaba de pacificadora en la relación con los pequeños. Uno de sus hijos, Luis Alberto, alias “el Cacho”, decidió ser enólogo. Jorge, alias “el Bocha”, se recibió de Licenciado en química y el tercero, Ricardo, alias “el Cachete”, montó un instituto de educación superior.
Jorge se casó con María del Carmen a quien conoció mientras estudiaba en la provincia de San Luis y tuvieron tres hijos, Martín, Andrés y Alejandra. Martín nace en el año 1974 y desde muy pequeño disfrutaba acompañar a su abuelo Isidro a la finca y, a pesar de que su vida laboral lo lleva hacia el mundo de los negocios, los recuerdos de aquellos días de finca nunca desaparecerían.
Había que salir muy temprano desde la casa de los abuelos, luego de calentar con un brasero el rastrojero para que arrancar, un interminable trayecto de 20 km desde el centro de San Juan hasta 9 de Julio, que el Ñato cubría en aproximadamente una hora de rastrojero, el “yerbiado” (mate cocido) preparado en la jarrita de acero sobre las brasas, con el chorrito de agua fría al final para que la yerba se fuera al fondo. La semita con chicharrones y a la viña.
La vida familiar siempre estuvo alrededor de la actividad vitivinícola, como la de tantas otras familias Sanjuaninas, con grandes reuniones que incluían comidas típicas en la casa de la 9 de Julio (en el centro de San Juan), siempre con las damajuanas de vino de la finca elaborado en la bodega Duc de Saint Remy por el Cacho Azcona.
Con el tiempo algunos parten, pero sin irse, como Isidro y Ofelia, mientras que otros se apartan y cada uno toma su camino. Martín conoce a Laura Espín -la chica más bella de la Aldea- y se casan muy jóvenes. Al poco tiempo llega María Sol y con los años Tomas. Un día, con el país al borde de la crisis a Jorge, el hijo de Isidro y padre de Martín, se le ocurre mirar hacia la montaña, a un valle escondido distante unos 100 km de San Juan.
Ese día empieza la aventura de Pedernal. Son años de invertir y trabajar en la pequeña propiedad ubicada entre las montañas para desarrollar un viñedo que respetara el medio ambiente. Para lograr el sueño se “blendearon” las experiencias profesionales con las enseñanzas y recuerdos familiares y el resultado de ese ensamble no podía ser otro que una viña donde se producen las uvas más ricas del mundo.
Los vinos de familia Azcona, procedentes del Valle de Pedernal, son una parte más de esa línea de tiempo que comienza en el País Vasco con Valentín y que encuentra en la actualidad a sus descendientes: Jorge, Martin y Tomas trabajando la viña.
Los vinos representan acaso el amor de una familia por su viña. Son el testimonio permanente de que las pasiones nunca pueden ser apagadas, se atenúan tal vez por circunstancias propias de la vida que atraviesa a varias generaciones, pero que al final viven en la sangre y en el espíritu de una noble y fecunda Familia.
Propósito
En Familia Azcona del Valle de Pedernal nos caracterizamos por llevar adelante un trabajo que rescata nuestras raíces, priorizando siempre el bienestar, progreso de la región y el respeto al medio ambiente.
Nuestra actividad está respaldada por la innovación, la investigación y la originalidad, junto a nuestro amor por la viña, la finca y los vinos, así como el trato afable al entorno; lo que nos permite elaborar productos de muy alta calidad.
El propósito del Viñedo Familia Azcona es fortalecer lazos familiares y de amistad a partir de los valores a los que adherimos y nos inspiran:
Solidaridad
Integridad
Sencillez
Pasión
Excelencia
MISIÓN
Elaborar vinos y experiencias memorables mediante prácticas responsables con el medioambiente y la comunidad, en armonía con lo simple y natural.
VISIÓN
La forma de elaborar nuestros vinos y experiencias memorables, respetuosa con nuestra cultura y tradiciones, se convierte en un referente e inspira un compromiso con el medioambiente y la comunidad.